En los meses de febrero y marzo tiene lugar el final de la temporada de caza, durante este tiempo miles de animales serán abandonados a su suerte, los vemos en el campo, en las calles, en cualquier rincón perdido, corriendo sin rumbo en busca de algo que llenar su estómago vacio.
Abandonados, ahorcados, tiroteados; éste es el cruel destino de su inocencia y fidelidad.
Ecologistas en Acción calcula en de aproximadamente 100.000 perros de usar y tirar, sin que nadie, salvo las organizaciones ecologistas y animalistas, levante la voz para denunciar una realidad que «debería generar vergüenza entre la clase política y la sociedad en su conjunto de nuestro país».
Para esta organización, la única garantía de protección de los perros utilizados en la práctica cinegética pasa por la prohibición de algunas modalidades de caza. Entre ellas, la de la liebre con galgo. «Sin duda es la modalidad, junto a las rehalas utilizadas en la caza mayor, donde se concentran las tasas más altas de salida y entrada de perros».